Creo que le debo una explicación.
Si, es verdad... me fui sin pagar dos cervezas de su restaurante.
Hace como... dejeme pensar... mmm... un mes.
Si, lo cierto es que no creo que se haya dado cuenta porque el servicio de lo que llaman "el restaurante más "IN" de Lisboa" suele tardar más o menos un par de horas.
Si, Sr. Malkovich, estamos hablando de su restaurante BICA DO SAPATO.
Si me permite, le voy a contar muy brevemente (como sus platos, para estar en igualdad de condiciones) mi experiencia en su establecimiento.
En junio me decidí a ir con mi madre a Lisboa… un viaje genial que queríamos rematar con una cena genial. Aunque llevaba una reserva desde 2 semanas antes, al llegar nos hicieron esperar media hora, mientras tomábamos un par de cervezas (… si, las famosas cervezas), no nos importó mucho porque el sitio es muy bonito (al Cesar lo que es del Cesar) y bueno, entre ver el local y charlar un poco pues la espera se hace corta.
Nos sentaron finalmente sobre las 10.30 horas en una mesa en la terraza… la noche prometía.
Al cuarto de hora de esperar sentadas, nos empezamos a cuestionar que el servicio era un poco lento (un cuarto de hora sentada y la media hora anterior… pues nos parecía razonable) pero hasta otro cuarto de hora después no nos atendieron.
Bueno, nos atendieron…. Nos trajeron las cartas.
No nos preguntaron si queríamos beber algo.
A los diez minutos nos trajeron el pan.
Dice mi madre que lo hacen tan espaciado para que te hagas ilusiones. Creo que estoy de acuerdo.
Claro, cuando llega el pan te estas muriendo de hambre, pero se te hace un poco de bola porque no te han ofrecido nada de beber.
A los siguientes 15 minutos llego un chico que nos tomó nota de la comida. Le dijimos que nadie nos había ofrecido ni dado una carta de vinos … y que si era tan amable. Eso si fue rápido. Cuando leí la carta de vinos y el precio… me dí cuenta por qué.
Como no entendemos tanto de vinos como para elegir entre la maravillosa carta que tiene (me atrevería a decir que más vino que comida), el camarero (tras otro ratito) y conseguir que nos hiciera caso, nos recomendó un vino “según él” medio y que estaba muy bueno “según él” también.
Vamos, que ya llevábamos en el restaurante como hora y media y solo con una cesta de pan, unas aceiutunas y una salsa (ya acabadas) en la mesa.
Al rato, se acercó una chica….
Con un cubo de hielo…
Nos pareció sospechoso porque nos había aconsejado el chico anterior un vino tinto y aquella mujer se disponía a abrir uno blanco. De nuevo, le dijimos que estaba en un error y entre que ya habían tardado en traer el equivocado, el nuevo, tardó en llegar.
Llego antes la comida.
La comida….
Nuestra elección fue el queso de cabra gratinado para compartir como entrante y luego dos segundos.
De repente, en lontananza llegó.
Mi madre que contenta estaba. Venia un camarero con dos platos gigantes. El vino, ya era lo de menos… lo importante era no morir de inanición en nuestra última noche en Lisboa. Lo que no entendíamos mucho era, si habíamos pedido un entrante ¿Por qué dos platos?.... el camarero nos dijo que habían tenido la amabilidad de repartirlo… los platos, no cabían en la mesa. Cuando los puso sobre ella… a ver Sr. Malkovich, estamos hablando de un entrante… usted me cobró por una tapa, pero bueno, no soy rencorosa, ya le he dicho que le debo un par de cervezas y lo comido por lo servido, pero bueno, quise creer que lo siguiente mejoraría.
Por fin llegó el vino.
No entiendo de vino, eso es verdad… pero se lo que me gusta y lo que no. Este no me gustó. No porque ya estuviera (entiéndalo) bastante enfadada por el trato, la espera, la comida… sino porque estaba amargo y yo le había dicho al camarero que me recomendara uno. Está bien, ahí arriesgué y perdí.
Nos dejaron como una media hora para comernos ese pedacito de queso (muchas gracias por esperar, mi madre tarda bastante en comer y con el hambre que teníamos y visto lo visto, había que disfrutar de aquel sabor…), a los treinta minutos más o menos, retiraron los platos…
Otra vez a esperar tres cuartos de hora a los segundos.
Eso si, los segundos platos estaban buenos.
Terminamos y nos atendieron súper rápido…en traer la cuenta, eso si es verdad.
No pedimos postre, consideramos que iba a ser más sencillo andar con tacones hasta el centro y tomarnos un helado que esperar a la carta de postres, a que nos tomaran nota y que los trajeran.
Así que nos fuimos.
Todo esto Sr. Malkovich, resume mi visita a su restaurante. Si en alguna ocasión viene a Madrid, le debo unas cañas. Las tapas las paga usted.
Me ha gustado mucho leer tu historia.
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